El destino del Tearling by Erika Johansen

El destino del Tearling by Erika Johansen

autor:Erika Johansen [Johansen, Erika]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2016-04-01T04:00:00+00:00


8

Las tierras de Tear

Apuntaré en mi diario que un hombre puede sonreír y sonreír, y ser un villano.

Hamlet, WILLIAM SHAKESPEARE (período pre-Travesía).

Cuando la vencía su egoísmo, Katie solo deseaba que terminara la cosecha. Odiaba la granja, el olor a estiércol, el trabajo agotador de recoger hortalizas, cuando lo único que se cosechaba eran alimentos que luego se consumían. Odiaba el trabajo manual. A veces deseaba que ardieran los campos de cultivo.

Y no era la única. Continuamente oía quejas; la gente protestaba mucho más que antes, y la mayoría de las quejas iban dirigidas a los que vivían en la cima de la colina: los demasiado viejos o enfermos para trabajar, o los padres con niños demasiado pequeños para quedarse solos. A ellos se los dispensaba de participar en la cosecha, pero ese año las exenciones estaban provocando más resentimiento que nunca.

A lo mejor Row tiene razón, pensó una tarde, con la espalda dolorida y las manos llenas de ampollas después de una jornada cargando con su cesto de maíz. A lo mejor nadie es lo suficientemente desinteresado para vivir aquí.

Ese año, Row y Katie no trabajaban juntos en la cosecha; Row se había quedado con Gavin en el campo de calabazas, a media hectárea de distancia. Katie se preguntaba si su madre habría intervenido para que así fuera; últimamente, Katie tenía la impresión de que su madre hacía todo lo posible para alejarla de Row, para separarlos.

—Sigue intentándolo —dijo Katie por lo bajo, rodeada de plantas de maíz.

Su amistad con Row ya no era como antes; él nunca había admitido lo que había hecho aquella noche, y ambos fingían que Row había perdido a Katie en la oscuridad. Pero los dos sabían que no era así, y esa certeza había afectado irrevocablemente a su amistad. Ya no parecían estar unidos en un círculo mágico e inviolable, apartado del mundo. Seguían siendo amigos, pero ahora Katie no era más especial para Row que Gavin o Lear o cualquier otro. A veces eso le dolía, pero no mucho. El recuerdo de aquella noche en el bosque era demasiado intenso.

—¿Has dicho algo? —le preguntó Jonathan, asomándose por detrás de la planta.

—No, nada.

Jonathan volvió a perderse de vista. Katie no sabía por qué los habían enviado a trabajar juntos, pero habría podido ser peor. Él se esforzaba mucho, y no desaparecía (como solía hacer Row tan a menudo) cuando llegaba la hora de arrastrar los cestos llenos hasta el almacén. Los primeros días de la cosecha, Katie había estado atenta por si Jonathan volvía a caer en trance, pero, como no había pasado nada, se había relajado. Habían transcurrido dos años desde aquel día en el claro, y Katie había mantenido su palabra y no le había hablado a nadie de aquello, ni siquiera a Row. Pero no estaba segura de que Jonathan lo recordara. Se lo veía siempre muy serio, completamente concentrado en la tarea que estuviera realizando. A Katie le recordaba a su padre, William Tear.

Varias filas más allá, alguien hablaba solo. Katie aguzó el oído un momento y comprobó que lo que oía era una oración.



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